4.08. DESDE LOS MACABEOS HASTA CRISTO

En el siglo II AC, el rey seléucida Antíoco Epífanes procuró helenizar a los judíos y aplastar su espíritu nacionalista. Eliminó sus ritos religiosos, cambió sus formas de vida y trató de destruir su literatura sagrada.

Después de una descripción de los esfuerzos hechos en ese tiempo para introducir ritos paganos, 1 Mac. 1:56, 57 dice lo siguiente acerca de este punto:


“Rompían y echaban al fuego los libros de la Ley que podían hallar. Al que encontraban con un ejemplar de la Alianza en su poder, o bien descubrían que observaba los preceptos de la Ley, le condenaban a muerte en virtud del decreto real” (traducción de la BJ).


Fue probablemente durante este período, mientras estaba prohibida la lectura de los libros del Pentateuco, cuando comenzó la práctica de leer en los servicios religiosos pasajes de los profetas en lugar de pasajes de la ley. Estos pasajes de los libros proféticos fueron llamados más tarde haftarot, y se leían en relación con secciones de la ley tan pronto como se levantaron las restricciones (cf. Luc. 4:16, 17; Hech. 13:15, 27).


Muchos libros se salvaron de la destrucción durante ese período de desgracia nacional, cuando toda la vida religiosa de los judíos estuvo en peligro. La tradición judía sostiene que la preservación de muchos libros se debió al valor y a los esfuerzos de Judas Macabeo. En el segundo libro de los Macabeos, escrito en los comienzos del siglo I AC, se declara que Judas Macabeo “reunió todos los libros dispersos a causa de la guerra que sufrimos, los cuales están en nuestras manos” (2 Mac. 2:14).


Por el año 132 AC, el nieto de Jesús Ben Sirá tradujo al griego la obra hebrea de su abuelo, llamada Eclesiástico. Le añadió un prólogo histórico en el cual se menciona tres veces la triple división del canon del Antiguo Testamento.


Por este tiempo también se escribió el libro apócrifo primero de los Macabeos. En él se cita el libro de los Salmos (1 Mac. 7:17). Daniel es mencionado (1 Mac. 2: 60), así como sus tres amigos, junto con Abrahán, José, Josué, David, Elías y otros antiguos varones de Dios. Aquí se tiene la impresión clara de que el autor de 1 Macabeos consideraba el libro de donde recibió la información acerca de Daniel como una de las obras antiguas, y no como una nueva adición del siglo de los Macabeos, como lo pretende la alta crítica.


El primer testimonio de la expresión “Escritura” usada para designar ciertas partes de la Biblia es la Carta de Aristeas. (secciones 155 y 168 de Apocrypha and Pseudepigrapha, de Charles, t. 2.) Esa carta fue escrita posiblemente entre 96 y 63 AC. Ese término, usado regularmente por los últimos escritores del Nuevo Testamento al referirse a los libros del Antiguo Testamento, es empleado por Aristeas para designar el Pentateuco.

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