32.04.b. 1 y 2 CRÓNICAS - Tema - II

Hay algunas notables diferencias en la manera en que se presentan los mismos incidentes en Reyes y Crónicas. En Reyes no se dice nada digno de elogio respecto a Roboam, pero en Crónicas se presenta un registro aprobatorio, a fin de que sus caminos puedan destacarse en agudo contraste con los males de Jeroboam (2 Crónicas 11: 13-17). Cuando más adelante Roboam "dejó la ley de Jehová", se da la explicación de que se produjo el ataque de Sisac a Jerusalén porque "se habían rebelado contra Jehová" (2 Crónicas 12: 1, 2).

En el registro de Reyes prácticamente no se dice nada de Abiam, fuera de que,"anduvo en todos los pecados que su padre había cometido antes de él" (1 Reyes 15: 3). Pero Crónicas menciona también algunos hechos encomiables. Se lo presenta reprendiendo a Jeroboam por su rebelión contra el Señor y por haber establecido un sacerdocio falso en Israel. El registro declara que obtuvo una gran victoria sobre el reino del norte porque confió en el Señor (2 Crónicas 13:4-18).

De Asa, Crónicas registra una gran victoria sobre Zera el etíope, respecto a la cual Reyes guarda silencio. Informa también que se volvieron a Judá muchos del pueblo de Israel cuando vieron que el Señor estaba con ellos, y cuenta de una gran reunión religiosa en la cual se renovó el pacto con Dios (2 Crónicas 14: 915; 15: 1-15).

Reyes menciona que Josafat fue un buen gobernante pero da un registro breve de su reinado (1 Reyes 22: 42-50). Crónicas da un registro más largo del caso cuando Josafat oró a Dios en un momento de crisis nacional y recibió de Dios una victoria maravillosa, cuando las fuerzas del enemigo fueron inducidas a destruirse entre sí (2 Crónicas 20: 1-30).

Del impío reinado de Joram se trata brevemente en Reyes (2 Reyes 8: 16- 24); en Crónicas se relatan los castigos que envió el Señor sobre él a causa de sus malos caminos (2 Crónicas 21: 8- 19).

Reyes menciona brevemente la muerte de Ocozías a manos de Jehú (2 Reyes 9: 27,28); Crónicas da un relato más extenso, atribuye la "perdición" de Ocozías a los malos consejos que siguió, y dice que su destrucción "venía de Dios" (2 Crónicas 22: 4- 9).

Reyes informa de la muerte de Joás a manos de sus propios siervos (2 Reyes 12:20, 21). Crónicas añade estos detalles significativos: (1) que después de la muerte de Joiada los de Judá "desampararon la casa de Jehová el Dios de sus padres, y sirvieron a los símbolos de Asera y a las imágenes esculpidas. Entonces la ira de Dios vino sobre Judá y Jerusalén por este su pecado"; (2)que por el mandato del rey fue muerto el hijo de Joiada, por atreverse a recordar al pueblo que a causa de su transgresión contra el Señor no podrían prosperar, porque él los había abandonado así como ellos lo habían abandonado a él; (3) que como consecuencia de esto, una gran hueste de Judá fue entregada en manos de una compañía pequeña de sirios, "por cuanto habían dejado a Jehová el Dios de sus padres"; (4) que fue mientras yacía en la cama recuperándose de las heridas recibidas en este encuentro, cuando Joás fue muerto por sus siervos (2 Crónicas 24: 17- 25).

Reyes informa de la victoria de Amasías contra Edom y de la consiguiente derrota del rey a manos de Joás de Israel (2 Reyes 14: 7-14), pero Crónicas añade el detalle revelador de que después que Amasías hubo regresado de su victoria, "trajo también consigo los dioses de los hijos de Seir, y los puso ante sí por dioses, y los adoró, y les quemó incienso. Por esto se encendió la ira de Jehová contra Amasías", y que el Señor había determinado destruirlo a causa de la conducta que había seguido (2 Crónicas 25: 14-16).

En relación con el breve relato del reinado de Azarías (Uzías) según aparece en Reyes (2 Reyes 15: 1- 7), se menciona su lepra, pero no se da la causa. Sin embargo, en Crónicas hay un relato mucho más largo del reinado de Azarías (2 Crónicas 26: 1- 23), y se da lisa y llanamente la razón de su lepra: que cuando se fortaleció, "su corazón se enalteció para su ruina; porque se rebeló contra Jehová su Dios, entrando en el templo de Jehová para quemar incienso en el altar del incienso" por lo cual fue reprendido por los sacerdotes por su prevaricación e inmediatamente se volvió leproso, "porque Jehová lo había herido".

También el registro del reinado del buen rey Jotam en Reyes es breve (2 Reyes 15: 32-38), pero el registro más extenso de Crónicas nos relata su victoria contra los amonitas, quienes le fueron tributarios, y dice cómo "preparó sus caminos delante de Jehová su Dios" (2 Crónicas 27: 5, 6).

Según Reyes, Acaz fue atacado por los reyes de Israel y Siria, indudablemente sin consecuencias serias, porque procuró la ayuda de Tiglat-pileser, quien tomó Damasco y mató a su rey (2 Reyes 16: 1- 9). Sin embargo, según Crónicas, a causa de la idolatría de Acaz el Señor "lo entregó en manos del rey de los sirios", quien lo hirió y se llevó una gran multitud de cautivos; refiere que también fue "entregado en manos del rey de Israel, el cual lo batió con gran mortandad" y llevó en cautividad "doscientas mil mujeres, muchachos ymuchachas", junto con mucho botín; también narra que cuando recurrió a Tiglat-pileser, vino y "lo redujo a estrechez, y no lo fortificó", porque"Jehová había humillado a Judá por causa de Acaz... por cuanto él había actuado desenfrenadamente en Judá, y había prevaricado gravemente contra Jehová" (2 Crónicas 28: 3-20).

Reyes da un relato extenso del reinado del buen rey Ezequías (2 Reyes 18 a 20), pero Crónicas magnífica en gran manera el registro de las buenas acciones de Ezequías, con un relato detallado de su limpieza del templo, la restauración que hizo de sus servicios, y la invitación al pueblo de todo Israel para que asistiera a una gran pascua en Jerusalén, a la cual respondieron muchísimos de las tribus septentrionales de Aser, Manasés y Zabulón. Crónicas informa que al servicio de la pascua siguió una destrucción de las imágenes, los bosques y altos, no sólo en todo Judá y Benjamín, sino también en Efraín y Manasés, y una restauración de las diversas ofrendas, oblaciones y servicios sacerdotales (2 Crónicas 29 a 31).

Reyes da detalles de las iniquidades de Manasés (2 Reyes 21: 1-18), pero Crónicas no sólo menciona sus iniquidades sino que también describe cómo fue atado con grillos por el rey de Asiria para ser llevado a Babilonia, donde en su aflicción "oró ante Jehová su Dios, humillado grandemente en la presencia del Dios de sus padres", por lo cual el Señor escuchó su súplica y permitió su regreso a Jerusalén, donde quitó los dioses ajenos, "reparó luego el altar de Jehová, y sacrificó sobre él sacrificios de ofrendas de paz y de alabanza; y mandó a Judá que sirviesen a Jehová Dios de Israel" (2 Crónicas 33: 11-16).

De Amón el registro de Reyes declara que hizo "lo malo ante los ojos de Jehová, como había hecho Manasés su padre" (2 Reyes 21: 20), mientras que Crónicas añade que "nunca se humilló delante de Jehová, como se humilló Manasés su padre" (2 Crónicas 33: 23).

Reyes relata con algunos detalles cómo Josías restauró el culto de Jehová y tomó medidas para instituir una reforma general, y termina el registro de su reinado diciendo lacónicamente que halló la muerte a manos del rey egipcio Necao (2 Reyes 22; 23: 1- 30); Crónicas narra más ampliamente sus esfuerzos de restauración y reforma, y en lo que atañe a su encuentro con Necao, añade el detalle de que Necao procuró disuadir a Josías de su propósito de luchar contra él, pero que Josías "no atendió a las palabras de Necao, que eran de boca de Dios", y por lo tanto halló la muerte en este encuentro (2 Crónicas 34, 35).

Reyes trata con alguna amplitud los reinados de los últimos cuatro reyes malos de Judá y la caída de Jerusalén (2 Reyes 23: 30-37; 24: 1-20; 25: 1-30), y registra sólo una breve declaración en cuanto a que por "la ira de Jehová" Jerusalén y Judá fueron arrojadas de su presencia (cap. 24: 20), mientras que Crónicas sólo da un relato muy breve de estos últimos cuatro reinados (2 Crónicas 36: 1-13), pero presenta las razones específicas de la caída de Judá, porque los sacerdotes y el pueblo "aumentaron la iniquidad, siguiendo todas las abominaciones de las naciones, y contaminando la casa de Jehová, la cual él había santificado en Jerusalén", haciendo escarnio de los mensajeros enviados por Dios y burlándose de sus profetas, "hasta que subió la ira de Jehová contra su pueblo, y no hubo ya remedio" (cap. 36: 14-16).

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