16.02. El autor de 2 Macabeos

Debido a la trascendencia de este libro es necesario aclarar algo en cuanto a su autor. No se conoce su nombre, pero debe de haber sido un judío cuyo "estilo . . . es el de los escritores helenísticos" (BJ, p. 546), que tuvo como principal propósito narrar las hazañas bélicas de Judas Macabeo, héroe nacional de Israel y máximo caudillo de los "guerrilleros" judíos del siglo II a. C.

Para hacerlo se valió de la obra de cierto "Jasón de Cirene" (2 Macabeos 2: 19, 23).

Acerca de Jasón se dice: "se trata probablemente de un judío culto, originario de la ciudad de Cirene, en el norte de África, y que debió escribir allí, o en Alejandría, una obra amplia de cinco volúmenes sobre las actividades bélicas y religiosas de los Macabeos, la cual sirvió de base al autor del libro canónico de los Macabeos, cuya obra se presenta como epítome del extenso original.

"Fuera de este dato suministrado por el abreviador no se sabe nada más de Jasón de Cirene.

"No hay por qué suponer que tal obra fue inspirada, ya que no lo son los documentos escritos ni las fuentes orales de que han podido servirse los autores sagrados. La obra inspirada que forma parte del canon es el libro segundo de los Macabeos en razón precisamente de los juicios que el autor inspirado emite acerca de los datos que le proporcionó la historia de Jasón ... Jasón debió escribir en griego, porque 2 Mac. no alude a tarea alguna de traducción" (César Wau, en Enciclopedia de la Biblia, [Barcelona: Ediciones Garriga, 1963], t. IV, columnas 304-305).

De acuerdo con sus propias palabras, el autor del resumen que conocemos como 2 Macabeos se esforzó "por ofrecer entretenimiento a los que leen por el solo gusto de leer; facilidad a los que quieren aprender de memoria y, en fin, utilidad a todos los que lean este libro" (cap. 2: 25).

Acerca de la forma en que escribió, él mismo nos informa: "Al autor original de una historia le corresponde profundizar en la materia, tratar extensamente los temas, descender a los detalles; pero el que hace un resumen debe ser breve en la expresión y no tratar de hacer una exposición completa de los hechos. Comencemos, pues, nuestra narración, sin añadir más cosas a lo que ya hemos dicho; porque sería absurdo alargarnos en la introducción y luego acortar la historia misma" (vers. 30-32, VP).

Adviértase que este escritor -aquí y en todo su libro-, nunca afirma que está movido por la inspiración de origen divino o que ha recibido una revelación celestial. Tampoco es portavoz de algún profeta o profetas, o del Todopoderoso, pues escribió su obra en el siglo II o I a. C., o sea en pleno período intertestamentario durante el cual -cuatro siglos- no hubo ninguna nueva revelación o instrucción de Dios para su pueblo escogido mediante alguno de sus mensajeros.

Este último hecho está confirmado en 1 Macabeos, donde, al referirse al momento histórico posterior a la muerte de Judas Macabeo, se dice: "Fue un tiempo de grandes sufrimientos para Israel, como no se había visto desde que desaparecieron los profetas" (cap. 9: 27). En otro pasaje de 1 Macabeos, al enumerar los poderes de gobernante civil y religioso dados a Simón (hermano de Judas), se advierte que esa autoridad le iba a corresponder "hasta que apareciera un profeta autorizado" (cap. 14: 41).

Dentro del ambiente peculiar de las Sagradas Escrituras no concuerdan con los motivos que impulsaron al autor de 2 Macabeos al redactar su obra. En la introducción de ese libro -ya se dijo- se ofrece "entretenimiento" a quienes "leen por el solo gusto de leer".

Sus palabras finales también lo muestran como un escritor completamente despreocupado de no ser portavoz del Autor de la Revelación; tampoco dice nada en cuanto a la fidelidad de sus narraciones.

En cambio se manifiesta interesado en haber agradado a sus lectores, pues concluye diciendo: "Yo termino aquí mi narración. Si está bien escrita y ordenada, esto fue lo que me propuse. Si es mediocre y sin valor, sólo es lo que pude hacer. Así como no es agradable beber vino ni agua solos, en tanto que beber vino mezclado con agua es sabroso y agradable al gusto, del mismo modo, en una obra literaria, la variedad del estilo agrada a los oídos de los lectores. Y con esto termino mi relato" (cap. 15: 37-39).

Hay una diferencia abismal entre esta forma de expresarse y la que emplean los autores de los libros que forman el canon hebreo, o sea los 39 llamados "protocanónicos" por los teólogos y escritores católicos.

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