9.00. Los tárgumes

Así como los judíos del mundo romano fuera de Palestina llegaron a sentir la necesidad de una traducción griega del Antiguo Testamento, así también muchos judíos en Palestina - en los siglos posteriores al exilio - se dieron cuenta que no podían entender la Biblia en hebreo y que necesitaban una traducción al arameo.

Movidos por sus tendencias más conservadoras, durante siglos se abstuvieron de hacer esta traducción, pero sí dependían de traducciones orales de los pasajes bíblicos que eran leídos durante los servicios sabáticos en las sinagogas. Después de que un pasaje era leído en hebreo, se lo traducía al arameo. Esas traducciones orales quizá comenzaron a escribirse antes del tiempo de Jesús, y con toda certeza en el siglo I d. C. Se las conoce como tárgumes o sea "interpretaciones".

Puesto que éstas son pruebas documentales del carácter del texto hebreo que se traducía, los tárgumes tienen cierto valor en el estudio textual del Antiguo Testamento.

También son importantes porque con frecuencia revelan cuáles pasajes del Antiguo Testamento eran considerados por los judíos como profecías mesiánicas, ya que los tárgumes no sólo consisten de traducciones sino también de paráfrasis y comentarios.

En esta forma revelan cómo interpretaban los judíos hace 15 o más siglos ciertos textos que no pueden ser entendidos fácilmente por el texto hebreo existente. Los tárgumes más antiguos quizá fueron los que tratan de la Torah o los cinco libros del Pentateuco.

El tárgum mejor conocido acerca del Pentateuco es el de Onkelos, o Tárgum Babilónico. Onkelos, tradicionalmente considerado como el autor de este tárgum, frecuentemente es identificado con Aquila, el famoso alumno del rabino Akiba. Aquila es autor de una traducción muy literal del Antiguo Testamento al griego.

El tárgum de Onkelos también es sumamente literal, aunque contiene algunas secciones que son parafraseadas. Aunque está en duda su verdadera paternidad literaria, parece que originalmente fue escrito en Palestina y editado más tarde en Babilonia.

Otro tárgum del Pentateuco que es bien conocido es el del Seudo-Jonatán, llamado así porque se le atribuyó erróneamente a Jonatán ben Uzziel, el más distinguido alumno de Hillel; y también se le da el nombre de Yerushalmi I, pues fue compuesto en Palestina quizá después del siglo VII. Es una traducción con mucha paráfrasis que introduce varias ideas legales y filosóficas.

Otro tárgum palestino parafrástico del Pentateuco es el Yerushalmi II, también llamado Tárgum Fragmentario porque sólo se han conservado porciones de él. El tárgum de los profetas que mejor se conserva lleva el nombre de Jonatán, pero los eruditos han encontrado evidencias de que fue preparado en Babilonia por el rabino José en el siglo IV d. C.

Los tárgumes de los "escritos" - la tercera sección de la Biblia hebrea - aparecieron mucho más tarde. Parece que nunca se escribieron tárgumes de los libros de Daniel, Esdras y Nehemías.

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