22.03. GÉNESIS - Marco histórico

El libro del Génesis fue escrito alrededor de 1.500 años AC, mientras los hebreos estaban aún en esclavitud en Egipto. Contiene un boceto de la historia de este mundo que abarca muchos siglos. Los primeros capítulos del Génesis no pueden ser colocados en un marco histórico, según la concepción corriente de lo que es historia. No tenemos historia del mundo antediluviano, salvo la que fue escrita por Moisés. No tenemos registros arqueológicos, sino sólo el testimonio mudo y a menudo oscuro de los fósiles.

Después del diluvio la situación es diferente. La pala del arqueólogo ha sacado a luz muchos registros de los pueblos, sus costumbres y formas de gobierno durante el período abarcado en los capítulos siguientes del Génesis.

El período de Abrahán, por ejemplo, puede ahora ser conocido bastante bien; y la historia de Egipto durante el período de la esclavitud de Israel puede ser reconstruida con bastante exactitud. Durante esta era, desde Abrahán hasta el éxodo, florecieron destacadas civilizaciones, particularmente en el valle de Mesopotamia y a lo largo de las márgenes del Nilo. Hacia el norte los hititas crecían en poder. En Palestina habitaban pueblos guerreros bajo la dirección de reyezuelos. Costumbres groseras reflejaban el oscuro paganismo de todos estos pueblos.

Fuertes vínculos raciales relacionaban a los patriarcas del Génesis con las tribus semitas de la baja y alta Mesopotamia. Se describe en detalle el papel de los patriarcas en algunos de los grandes sucesos de esos primeros tiempos, tales como la batalla de los reyes en el valle de Sidim (cap. 14), la destrucción de las ciudades de la llanura (caps. 18, 19), y la conservación de la población egipcia durante un hambre extraordinaria (cap. 41). Los hombres del Génesis son conocidos como pastores y guerreros, como moradores de la ciudad y nómadas, como estadistas y fugitivos. Los relatos acerca de sus experiencias ponen a los lectores del libro en contacto con algunas de las grandes naciones de venerable antigüedad, como también con algunos de los pueblos menos prominentes con los cuales se relacionaron los hebreos de tiempo en tiempo.

No son descritas en el Génesis las grandes civilizaciones que habían surgido en Egipto como también en Mesopotamia, pero su existencia se advierte claramente en las experiencias de los patriarcas. El pueblo de Dios no vivía en el magnífico aislamiento de un vacío político o social. Era parte de una sociedad de naciones, y su civilización y cultura no diferían marcadamente de las de los pueblos que lo rodeaban, salvo en lo que su religión crease una diferencia. Por cuanto era el remanente más importante de los verdaderos adoradores de Jehová, por tanto formaba el centro del mundo del autor inspirado. Esta observación obvia lleva naturalmente a la pregunta: ¿Cuál fue el propósito principal de Moisés al escribir el libro?

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