21.00. En conclusión

Los libros apócrifos podrían editarse en un volumen aparte. La lectura de algunos de sus párrafos y de alguna de sus páginas puede ser provechosa. Como lo hemos comprobado repetidas veces, ese fue el parecer de diversos Padres de la iglesia y de otros expositores del cristianismo a través de los siglos.

En el siglo II d. C., Hermas, cristiano que habitaba en Roma, escribió una obra de carácter principalmente alegórico que, así lo afirmaba él, era fruto de una revelación proveniente de un ángel que decía llamarse "Pastor". El relato es una narración de las supuestas visiones sobrenaturales causadas por ese llamado mensajero celestial, así como una exposición de preceptos y parábolas. El propósito de ese libro, denominado El Pastor (y más comúnmente El Pastor de Hermas), es exponer la necesidad, la eficacia y los requisitos propios de la penitencia.

En el caso de este antiguo libro que no es divinamente inspirado, bien cabe aplicar la exhortación de Pablo: "Examinadlo todo; retened lo bueno" (1 Tes. 5: 21).

Los libros "apócrifos" pueden leerse como documentos interesantes que revelan ciertos aspectos de la vida y el pensamiento de los judíos del período intertestamentario; pero tales libros no deben incluirse en el canon hebreo del AT, y lo mejor sería que en caso de editárselos se lo hiciera en un libro aparte.

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