16.01. Un personaje importante en 1 y 2 Macabeos

El principal personaje siniestro de los dos libros de los Macabeos es el rey tirano Antíoco IV Epífanes, que significa "ilustre".

Reinó de 175-163 a.C., y fue enemigo acérrimo de los judíos, cruel perseguidor del pueblo escogido y tenaz adversario de las leyes y del sistema de culto mosaico.

En estos dos libros hay tres pasajes en los que se relata la forma en que murió Antíoco.

Las tres narraciones son completamente diferentes -especialmente la segunda, que resulta única- y son contradictorias entre sí. En el primer relato (1 Macabeos 6: 8-16, VP) se narra que el rey quedo profundamente apesadumbrado por las malas noticias que le llegaban, "tanto que se enfermó de tristeza y cayó en cama, pues no le habían salido las cosas como él quería. Así estuvo muchos días, continuamente atacado de una profunda tristeza, y hasta pensó que iba a morir" (vers. 8-9).

A continuación se cuenta cómo reconoció que había procedido mal al saquear la ciudad de Jerusalén y "exterminar a todos los habitantes de Judea sin ningún motivo " (vers. 12). Por eso se dice que murió "de terrible tristeza" (vers. 13), después de haber tomado sus últimas disposiciones. En el segundo relato (2 Macabeos 1: 13-16) se refiere que Antíoco trató de apoderarse de las riquezas del templo de la diosa Nanea. Sin embargo, los sacerdotes de ese santuario encerraron a Antíoco y a sus acompañantes en el templo.

El relato continúa de esta manera: "Entonces abrieron una ventana secreta que había en el techo, y a pedradas mataron al rey y a sus amigos. Luego les cortaron la cabeza, los brazos y las piernas, y los echaron a los que estaban fuera" (vers. 16). El autor de 2 Macabeos añade con regocijo: "¡Bendito sea siempre nuestro DIOS que entregó a los impíos a la muerte!" (vers. 17).

En la tercera versión (2 Macabeos 9: 1-29) se refiere que "el Señor Dios de Israel, que todo lo ve, lo castigó con un mal incurable e invisible: . . . le vino un dolor de vientre que con nada se le pasaba, y un fuerte cólico le atacó los intestinos. Esto fue un justo castigo para quien, con tantas y tan refinadas torturas, había atormentado en el vientre a los demás" (vers. 5-6).

A continuación se dice que "comenzó a moderar su enorme arrogancia y a entrar en razón" (vers. 11). Se añade que "entonces este criminal empezó a suplicar al Señor; pero Dios ya no tendría misericordia de él" (vers. 13).

Después figura una supuesta carta conciliatoria que Antíoco dirigió a los judíos. Sigue la narración de esta manera: "Así pues, este asesino, que injuriaba a Dios, terminó su vida con una muerte horrible, lejos de su patria y entre montañas, en medio de atroces sufrimientos, como los que él había hecho sufrir a otros".

Concluye con un detalle que parece ser histórico: "Filipo, su amigo íntimo, transportó el cadáver; pero, como no se fiaba del hijo de Antíoco, se refugió en Egipto, junto al rey Tolomeo Filométor" (vers. 28-29).

Debe destacarse que dos de estos relatos -segundo y tercero- aunque son diametralmente opuestos, están en el mismo libro.

Surgen las preguntas: ¿Cómo puede un solo autor describir de dos maneras tan diferentes un acontecimiento tan importante como es la muerte del enemigo máximo de su pueblo? ¿O se trata acaso de dos versiones dispares incluidas por un imperdonable descuido? ¿Cómo hacer concordar estos relatos discrepantes? Los escrituristas católicos -aunque no lo expresen explícitamente- reconocen que este problema no tiene solución lógica. Aún no han encontrado una respuesta válida. Sólo dan algunas explicaciones o consideraciones que no resuelven esta dificultad.

En la introducción de la BJ a los libros de los Macabeos se reconoce, en cuanto a 2 Macabeos, que en este documento la "intención religiosa se sobrepone al cuidado por la exactitud histórica"; y se añade: "El autor utiliza para su propósito documentos y relatos, sin garantizar con ello su veracidad. La muerte de Antíoco Epífanes se refiere en forma diferente en [2 Mac.] 1: 13-16 y en 9: 1-29 (que se acerca más a 1 Mac. 6: 1-13" (ed. de 1967, p. 546).

En esta misma introducción también se destaca un serio anacronismo: En 2 Macabeos la muerte de Antíoco se sitúa antes de la purificación del templo de Jerusalén, realizada por Judas Macabeo (2 Macabeos 10: 1-8); pero en 1 Macabeos se coloca la muerte del perseguidor después de esa purificación (1 Macabeos 4: 36-59).

Esta extraña divergencia de los tres relatos mencionados y el evidente anacronismo, sin contar las diversas narraciones de un cariz sobrenatural insólito en la Biblia se encuentran precisamente en 2 Macabeos, libro que contiene dos dificultades de orden doctrinal de verdadera importancia:

(1) la supuesta validez de los sufragios presentados en favor de los muertos y

(2) la hipotética eficacia de la intercesión de los difuntos ante Dios, como abogados de los vivos.

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