14.00. Episodios extraños

Son varios los episodios discordantes que se narran en estos libros; los que resaltan quizá sean los siguientes: En el libro de Tobit (o Tobías) figura un raro personaje: un demonio que recibe el nombre de Asmodeo, acerca de quien se informa que había dado muerte, sucesivamente, a siete esposos de Sara (cap. 3: 8), mujer judía, "hija de Ragüel, que vivía en la ciudad de Ecbatana, en el país de Media" (cap. 3: 7).

Esto es insólito en las Escrituras; que un demonio dé muerte a seres humanos, y nada menos que a siete.

En este libro también se describe la presencia de un "ángel" de nombre Rafael, que oculta su identidad haciéndose llamar "Azarías" y afirmando que es judío cuando se presenta en Nínive, ciudad donde se dice que está el hogar de Tobit, hijo de Tobiel, de la tribu de Neftalí. Este Rafael acompaña a Tobías, hijo de Tobit, que es enviado por su padre para que vaya a Ragues, localidad de Media. Durante el viaje, Tobías pesca un gran pez. En ese momento afirma Rafael:

"Cuando una persona es atacada por un demonio o espíritu malo, si se queman delante de esa persona el corazón y el hígado del pescado, cesa el ataque y no se repite jamás. Y cuando una persona tiene nubes en los ojos, si se untan con la hiel y se sopla en ellos, queda sana" (Tobit 6:8-9).

Esta declaración la comenta en esta forma la BJ: "La terapéutica se acomoda a las ideas comunes sobre la enfermedad, tal como aparecen también en otros textos paralelos de medicina antigua. Se ahuyenta al demonio con fumigaciones nauseabundas" (ed. 1967, p. 507).

Esta supuesta manera de ahuyentar demonios no se parece en nada a algo que enseñe la Biblia; resulta una afirmación singular que se podría llamar novelesca.

Ya para finalizar el libro, se narra que Tobit recuperó la vista al untársele los ojos con la hiel del pescado (cap. 11:11-13). En Ecbatana, según el relato, se concertó el casamiento de Tobías y Sara. Con ese motivo Rafael indicó a Tobías:

"Cuando entres en la habitación nupcial, toma el hígado y el corazón del pescado, y colócalos sobre las brasas en que se quema incienso. El olor se esparcirá; y cuando el demonio lo huela saldrá huyendo y nunca más volverá a su lado" (cap. 6: 17).

Tobías cumplió fielmente todas las indicaciones: "Sacó de su bolsa el hígado y el corazón del pescado, y los puso sobre las brasas en las que se quemaba el incienso. El olor del pescado no dejó acercar al demonio, y éste salió huyendo por el aire hasta la parte más lejana de Egipto. Rafael fue y lo encadenó allá, y volvió inmediatamente" (cap. 8:2-3).

Este relato es completamente diferente a lo que enseña la Biblia.

El feliz desenlace de todo este relato culmina cuando el ser presentado como un ángel se identifica: "Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están al servicio del Señor y que pueden entrar ante su presencia gloriosa" (cap. 12:15). Luego ordena a la familia del anciano Tobit: "Den gracias ahora al Señor de la tierra, alaben a Dios. Yo voy a subir a Dios, que me envió. Pongan por escrito todo lo que les ha sucedido" (cap. 12: 20). El versículo termina afirmando, "y se elevó".

En la Biblia se narran milagros y se refiere la benéfica intervención de ángeles que socorrieron y ayudaron a los hombres, pero nunca nada que se parezca a las andanzas de Tobías. Es interesante e ilustrativo el comentario de la versión Cantera-Iglesias (Madrid: BAC, 1975), p. 885, en cuanto a la relación de Tobit con varias narraciones populares antiguas:

"Se ha advertido el parecido de Tobit con narraciones noveladas extrabíblicas, sobre todo con la 'Sabiduría de Ahicar' y el 'Cuento del muerto agradecido'. También se puede apreciar el influjo de otros motivos frecuentes en la literatura de la antigüedad como el del justo sufriente, el ministro caído en desgracia, e incluso es posible que hayan influido las leyendas griegas de divinidades que viven por un tiempo disfrazadas al servicio del hombre (cf. Apolodoro, ix, 15). Sobre los alcances de estos influjos difieren los especialistas. Con todo, parece que la dependencia de la novela de Ahicar, el funcionario de la corte asiria, es más que probable. Su nombre aparece mencionado varias veces en el libro de Tobit (1:21; 2:10; 11:19; 14:10). Que es Tobit quien depende de él y no al revés, parece claro desde que se encontró en Elefantina, Egipto, una revisión en arameo de dicha novela, del siglo V a.C. Por otro lado, parece que esta novela influyó en el libro de Tobit, sobre todo en la forma de la narración literaria. El libro parece más bien estar influido por el 'Cuento del muerto agradecido'. La versión armenia de este cuento es la más próxima al libro de Tobit: Un viajero rescata a un muerto de la profanación dándole sepultura. El viajero cae en desgracia; pero a pesar de su miseria, un extraño se ofrece para servirle con la única condición de cobrar la mitad de las futuras posesiones de su señor. Además, le aconseja liberar a la mujer de un rico a la que se le han muerto cinco maridos en la noche de bodas. Esa misma noche el extranjero corta la cabeza de una serpiente que sale de la boca de la novia y quiere devorar a su señor. El señor le recompensa con la mitad de su fortuna y la mitad de la de su mujer. Por fin el extranjero explica que es el espíritu del muerto enterrado por su señor, y desaparece".

En la VP se lee "Ajicar"; en la BJ, "Ajikar" en vez de Ahicar.

En el libro de Baruc se afirma que éste escribió su libro "en Babilonia" (cap. 1:1). Esta afirmación no concuerda con el relato bíblico pues Baruc, Jeremías y los demás judíos que habían quedado en Palestina fueron llevados a la "tierra de Egipto" (Jeremías 43:5-7).

Más extraña es la predicción que se registra en el libro de Baruc, en la que se afirma que por haber "pecado contra Dios" los judíos serían llevados cautivos a Babilonia, donde permanecerían "muchos años, un tiempo muy largo, siete generaciones", después de lo cual Dios los sacaría "de allí en paz" (cap. 6:1-2).

Para evitar confusiones, debe aclararse que este pasaje no está en el libro de Baruc, en la nueva versión argentina de la Biblia, titulada El libro del pueblo de Dios, sino en la llamada Carta de Jeremías, que es el cap. 6 de Baruc sacado de los otros cinco y publicado por separado.

Ahora bien, la realidad bíblica es que, de acuerdo con la profecía, los judíos iban a estar cautivos en Babilonia durante 70 años (Jeremías 25:11-12). Este lapso se confirma en Daniel 9:2; la explicación de su cumplimiento histórico es relativamente fácil.

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